lunes, 2 de abril de 2012

MI AMIGO MAGNÉTICO O CÓMO AYER POR LA NOCHE CAYÓ EL MUNDO





  
   Tengo un amigo-conocido que como diría Punset, es uno de los chimpancés más interesantes que conozco.  Me gusta mucho lo que escribe y crea en el teatro y además resulta que es un tío cojonudo, vital y   con un gran sentido del humor. Otra cosa que me gusta de él es su físico, por contraposición al mío: es alto, altísimo, y cuando habla tartamudea porque sus pensamientos galopan rapidísimo y se encallan en su garganta, y en esa explosión  la lengua tiene que ir regulando la salida al exterior. Para expresar se mueve los brazos enérgicamente y te mira como si  fueras el chimpancé más interesante que conoce. Creo que la intensidad de su mirada es  la razón por la cual siento que es un tipo magnético, que nos solo me atrae a mi sino a todos los que le rodean.  

     El caso, es que hace unos días me contó una teoría que me encanta. Según él, hay dos tipos de personas en el globo terráqueo, las personas que se les cae el mundo por las noches antes de acostarse y a las que se les cae por las mañanas al levantarse. Es decir, hay quien siente el vértigo de vivir preparando el desayuno y otras que sienten el peso de lo cotidiano cuando abandonan las gafas en la mesilla de noche. Y creo que ninguna persona se escapa de esa teoría, ya que es muy raro que esa sensación se produzca a las tres de la tarde con la digestión, sensaciones tan profundas no casan con estar digiriendo unos macarrones. Y supongo que es porque son los minutos de vigilia que unen la vida real con los sueños, y suele pasar que ese momento nos pilla relajadamente desprevenidos y el inconsciente aflora sin avisar y baila pensamientos al tuntún que durante el resto del día nuestro cerebro censura.
   Mi amigo magnético es un animal nocturno, en las noches es cuando vive con más sentimiento de facilidad. A mí en cambio me sucede "severled", por las noches lo paso muy mal Sobre todo porque en muchas de ellas convivo con el insomnio y el miedo al fracaso, y es algo que me ocurre desde pequeña, desde que mis padres me obligaron a dejarme de chupar el dedo. Estaban convencidos de que ya era un poco vergonzoso, que el dedo es el primer falo con el que simpatizamos, y que con seis años de edad ya tenía que pasar a los lápices del cole para adaptarme en sociedad. La verdad, a mi me encantaba, así que por mucho que probáramos de todo (esmaltes que sabían asquerosos, tiritas, calcetines en las manos…) fue una pesadilla total. La estrategia que funcionó, un poco bestia, era de contención física. Mi  padre me agarraba de los brazos para que no pudiera hacer ese gesto instintivo, hasta que me quedaba traspuesta en la lucha. Y si se iba antes de que eso sucediera, yo empezaba a notar patitas de arañas andando por mis ojos, y empezaba a sudar frío. Después de superar esa etapa, pude dormir tranquila excepto algunas noches que por nervios me entraban ganas imaginarias de hacer pis y como empezó a suceder me a menudo, mi madre puso fin al trastorno con una pastilla milagrosa llamada "sedantif". 
   Actualmente, en épocas de cambios, apago la luz y me agarra el miedo por sorpresa, ese pánico a ser mortal, esa angustia de que alguien que quiero ya no estará aquí al día siguiente, esa vulnerabilidad. Escucho las arañas cruzar por la pared, doy treinta y tres vueltas, me levanto, me fumo un cigarro, me vuelvo a tumbar, hago un crucigrama, vuelvo a apagar la luz, otra vez las arañas, leo libros varios, cierro los ojos, me imagino en una playa del Caribe, tengo pipí, me levanto, me vuelvo a tumbar, vuelvo a tener pipí,  doy treinta y tres vueltas, me tomo una valeriana, me relajo, intento encontrar el enchufe de mi cerebro donde ponga off, no lo encuentro, lloro, pienso en que iré a comprar treinta y tres cajas de "sedantif",  me toco para ver si así funciona, imposible, me enfado, vuelvo a leer, apago la luz, me repito hacia mis adentros trenta y tres veces: duérmete.  Y no sucede…pienso en que quizás es porque no sé cómo se hace técnicamente, intento dormir con respiraciones profundas y todo eso, me levanto, hago estiramientos, me vuelvo a tumbar, imposible, vuelvo a llorar, pienso en ovejas, en que estoy loca de remate, en playas del Caribe, me habla una voz- estas apunto de dormirte no?, me "puteo" con la voz porque me ha despertado,  así durante horas hasta que cuando ya estoy buscando posibles formas estúpidas de pasar a la vida eterna, ya no me acuerdo de nada y al vacío me precipito.